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Uno de los errores del gobierno es haber querido compensar
la falta de ahorro interno con endeudamiento externo al
suponer que la abundancia de la inversión extranjera
compensaría la falta de este ahorro. Hoy en día ningún
país debe sostener la posibilidad de desarrollarse
dependiendo sólo de la inversión extranjera.
La formulación de políticas que incentiven el ahorro
interno evitará caer en un círculo vicioso de
dependencia al capital financiero que llega a nuestro
país, atraído por altos rendimientos en intereses y al
mismo tiempo favorecerá la entrada de capital destinado
al aumento de la productividad y la producción.
El mundo de hoy está atravesando una época de grandes
cambios. Estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo tipo
de sociedad: la sociedad de la información y del saber,
la sociedad del siglo XXI.
El Estado debe ser promotor del desarrollo tecnológico.
No es posible, hoy, asumir los costos de no intervenir en
investigación. La canalización de los recursos se debe
de dar en por lo menos tres campos: la asimilación
eficiente y adecuada de las características de nuestra
planta productiva, de las tecnologías que se desarrollan
en otros dos países y la generación de tecnologías
propias, en el uso de mano de obra, recursos naturales y
materiales propios para cada región y la colaboración
público-privada en el terreno científico.
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